jueves, 13 de septiembre de 2012

cómo te extraño Cumelén.-

Quizás ahora solo veas dos hamacas, o quizás solo una oxidada, una calesita despintada y unos pinos talados.
Probablemente veas una casa con tierra, pájaros habitándola, un piso reseco y ventanas sin color.
Seguirá sonando el ruido del viento, pero no habrá radios prendidas, ni aroma a carne asada al mediodía, ya no podrás ocultarte bajo la sombra del eucalipto, el sol te quemará las ganas.
Te juro que no miento cuando te cuento que hubo un tiempo en el que nadábamos historias de amor en el agua helada, cargábamos maderas para construir juegos infinitos, el mosaico rojo brillaba y el atardecer llegaba en un sillón a cuadros.

Los árboles, las bellotas, la piedra del cemento y el mango azul de mi antigua bicicleta dan fe en mi cuerpo que ese tiempo ha existido.

té verde.-

Algunos días, suelo verla sobre esos azulejos  negros y blancos, que se mezclan sobre la piedra mojada intentando darme aliento. 
Tomo un té en una taza azul oscuro y mis ojos se reflejan cansados del mismo maquillaje de segunda mano que compré el día que sabía que no iba a verte.